ESTADI NACIONAL D’ANDORRA

El nuevo Estadio Nacional de Andorra se encaja en un espacio realmente estrecho frente al río Valira. Los edificios deportivos que lo rodean son muy voluminosos y el resto de edificaciones que ocupan la montaña dan un marcado carácter vertical y constreñido al lugar. La anchura del solar es de 85 metros y se debe situar un terreno de juego libre de 130x80 metros. Con estas premisas se propone un edificio bajo, que no quiera competir en altura precisamente para destacar, dándole valor al vacío. Sin embargo, se propone cubrir la calle de servicio que separa el campo de los dos pabellones deportivos, como estrategia para conseguir situar las gradas de tribuna mirando a levante. Con esta decisión conseguimos, al mismo tiempo, reducir perceptivamente la altura de los dos edificios deportivos en unos 4 metros. Esta misma plataforma de cubrimiento es el gran puente-plaza sobre el río Valira y el acceso natural del público desde la avenida Salou. Desde esta cota, bajan seis niveles de gradas hasta el terreno de juego rodeando tres lados del campo situando 3.000 espectadores en una primera fase. Estas gradas son en realidad una depresión de la gran plataforma de acceso al campo. El edificio principal de servicios queda bajo este nivel en el extremo opuesto al río, con acceso por la Baixada del Molí a modo de zócalo del Estadio. Las fachadas principales de el Estadio están en los dos goles norte y sur, y se apoyan sobre la gran plataforma de acceso. Son de vidrio translúcido y ocupan un espesor de un metro permitiendo ubicar en su interior unas gradas retráctiles que posibilitan ampliar el aforo del Estadio en 1.850 personas más, haciendo un total de 4.850 espectadores sentados entre las dos fases. Estas gradas retráctiles alojadas al grueso de la fachada, pretenden que el edificio no altere su volumen ni su presencia urbana cuando deba hacerse la ampliación para la segunda fase y, al mismo tiempo, consiguen que el Estadio no se vea demasiado vacío en un aforo cotidiano más normal, alrededor de unas dos mil personas. La imagen del nuevo estadio se muestra como una caja luminosa, donde se puede proyectar imágenes y texto con tecnología LED, con la cubierta separada por una franja de un metro, lo que da una ligereza y transparencia que, de nuevo, quiere explotar las virtudes del espacio vacío, tan falto en la zona. En las cuatro esquinas se alzan las pantallas de iluminación que atraviesan la cubierta y hacen un gesto arriba para dirigir la luz al campo. Dado el carácter vertical del entorno, la cubierta se proyecta como una fachada más. Se trata de un plan continuo de un metro de grosor, como las fachadas, con un acabado superior de vidrio laminado con células fotovoltaicas integradas, que aportarán una energía de 250.000 kw / año, equivalente al gasto anual de 100 viviendas . El agua de lluvia se conduce a un depósito situado bajo gradas para aprovechamiento para riego y cisternas. Estas medidas permiten alcanzar la calificación oficial "nearZEBuildings" (edificios cercanos a energía cero).

El nuevo Estadio Nacional de Andorra se encaja en un espacio realmente estrecho frente al río Valira. Los edificios deportivos que lo rodean son muy voluminosos y el resto de edificaciones que ocupan la montaña dan un marcado carácter vertical y constreñido al lugar.

La anchura del solar es de 85 metros y se debe situar un terreno de juego libre de 130×80 metros.  Con estas premisas se propone un edificio bajo, que no quiera competir en altura precisamente para destacar, dándole valor al vacío. Sin embargo, se propone cubrir la calle de servicio que separa el campo de los dos pabellones deportivos, como estrategia para conseguir situar las gradas de tribuna mirando a levante. Con esta decisión conseguimos, al mismo tiempo, reducir perceptivamente la altura de los dos edificios deportivos en unos 4 metros. Esta misma plataforma de cubrimiento es el gran puente-plaza sobre el río Valira y el acceso natural del público desde la avenida Salou. Desde esta cota, bajan seis niveles de gradas hasta el terreno de juego rodeando tres lados del campo situando 3.000 espectadores en una primera fase. Estas gradas son en realidad una depresión de la gran plataforma de acceso al campo.

El edificio principal de servicios queda bajo este nivel en el extremo opuesto al río, con acceso por la Baixada del Molí a modo de zócalo del Estadio. Las fachadas principales de el Estadio están en los dos goles norte y sur, y se apoyan sobre la gran plataforma de acceso.

Son de vidrio translúcido y ocupan un espesor de un metro permitiendo ubicar en su interior unas gradas retráctiles que posibilitan ampliar el aforo del Estadio en 1.850 personas más, haciendo un total de 4.850 espectadores sentados entre las dos fases. Estas gradas retráctiles alojadas al grueso de la fachada, pretenden que el edificio no altere su volumen ni su presencia urbana cuando deba hacerse la ampliación para la segunda fase y, al mismo tiempo, consiguen que el Estadio no se vea demasiado vacío en un aforo cotidiano más normal, alrededor de unas dos mil personas.

La imagen del nuevo estadio se muestra como una caja luminosa, donde se puede proyectar imágenes y texto con tecnología LED, con la cubierta separada por una franja de un metro, lo que da una ligereza y transparencia que, de nuevo, quiere explotar las virtudes del espacio vacío, tan falto en la zona. En las cuatro esquinas se alzan las pantallas de iluminación que atraviesan la cubierta y hacen un gesto arriba para dirigir la luz al campo.  

Dado el carácter vertical del entorno, la cubierta se proyecta como una fachada más. Se trata de un plan continuo de un metro de grosor, como las fachadas, con un acabado superior de vidrio laminado con células fotovoltaicas integradas, que aportarán una energía de 250.000 kw / año, equivalente al gasto anual de 100 viviendas . El agua de lluvia se conduce a un depósito situado bajo gradas para aprovechamiento para riego y cisternas. Estas medidas permiten alcanzar la calificación oficial «nearZEBuildings» (edificios cercanos a energía cero).